El blanco no es un color

Otra vez que aprovecho el vuelo destino Miami escuchando una sesión del DJ Juan Payá para escribir este post… 3 horas en el aeropuerto mirando las vigas y estructuras del techo de la terminal. Me encantan esas estructuras. Estructuras tubulares lacadas al polvo en color blanco.

Color blanco… O no?? un amigo me dijo que el blanco no era un color, y que el negro era la unión de todos ellos.

Pero algo tiene el blanco, es puro, limpio, potencia y habla sin decir ni una palabra. Podemos hablar del blanco en todos los ámbitos de la vida que seguro que acertamos, incluso para las novias que van radiantes al altar. Pero hablemos del blanco en decoración e interiorismo

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Recuerdo que en mis comienzos con el estudio, tardé varios proyectos en que el blanco fuese el protagonista. Pero al descubrirlo generé algo especial. El espacio, la luz, la relajación que transmite. Es una oda a la pureza y al bienestar.

Un blanco perla, un blanco nieve, un blanco mate, un blanco satinado o claro que sí un blanco brillo. Os recomiendo que apostéis por él.

No solo en estancias o viviendas pequeñas que ya sabemos que el blanco hace el espacio más grande, ya nos lo decían nuestras madres. El blanco te da esa relajación necesaria que necesitamos después de un largo día de trabajo. Una vivienda completamente blanca con detalles como cuadros o alguna textura que rompan esa homogeneidad, nos ayudan a tener un espacio perfecto para la vida cotidiana.

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Y por qué no crear un ambiente 100% blanco. Paredes blancas, suelo blanco, puertas blancas, mobiliario blanco, complementos decorativos blancos. Hacerme caso, ¡¡¡ES BRUTAL!!!