En su último post para The Journal nuestro colaborador, Jorge Lopesino, Visual Artist Independient hace un repaso sobre la burbuja del arte moderno, como siempre con la visión que le otorga su experiencia y trabajo.
Jorge Lopesino: Imagina que derramo un bote de pintura sobre un lienzo, después orino sobre él y le incorporo un trozo de papel higiénico y lo fijo al soporte. Lógicamente acompañamos la explicación de la obra de una narrativa empapada de suficiente lírica y mística. Después un reputado galerista de Nueva York la expone Manhattan, más tarde una subasta amañada se la adjudica en Christie’s a un jeque por 2 millones de dólares. A partir de ahí y, hasta que todos los implicados en este “delito” lo decidan, seré millonario.
La burbuja en el arte moderno
Estoy caricaturizando, pero no hay nada de irreal en otra burbuja, la del arte moderno, en cuya latitud se reproducen las mismas características y prácticas que en otras tantas, y que se detonan con las crisis financieras que van y vienen al antojo de los de siempre. Los actores de este complot saben más de mercados financieros, lavados de dinero y de multimillonarios que buscan trofeos exclusivos, que de arte en sí.
El problema es que este asunto moviliza tanto poder que hasta los más clásicos se apuntan para no quedarse fuera del circuito o simplemente para estar a la última. De ahí que hasta el Centro de Arte Georges Pompidou, haya sucumbido ante artistas como Jeff koons, que con su arte pop de lo cotidiano, se ha convertido en el artista vivo más cotizado del mundo.

Sin recurrir a lo esbozado anteriormente, es difícil entender como su obra “Ballon dog” fuera adquirida en subasta por 58 millones de dólares y mucho menos como recientemente su obra “Rabbit” encontró un comprador en subasta que se atrevió a pagar 91 millones de dólares, lo que ha terminado batiendo todos los records de esta locura, que ni el mismísimo Wharhol, que también ha sido víctima y quizá verdugo en el mercado del arte moderno, llegó a imaginar.
No recuerdo bien si fue Savater el que dijo que desde el arte moderno todo es arte y nada es arte… y parece que es verdad. No reniego del arte moderno ni muchísimo menos, todo lo contrario porque uno lo practica y lo admira, pero esto no excluye que piense que al amparo de una expresión, muchas veces facilona, cualquier cosa pueda ser arte sin naturaleza alguna.
Frente a cierto elitismo absurdo, y no en el medio (que sería la democratización del arte) podemos encontrar otra idea con la que nada me identifico. Se trata del arte moderno ingeniado (aun sin ingenio) de simple ejecución y que puede ser fabricado para decorar apartamentos, que decía Picasso. Cuando prima la elección de la obra en función de la combinación de colores con el resto del mobiliario, no estamos hablando de arte
Hay gente que produce y fabrica con esos fines, y que incluso explican que hay un mercado concreto, porque es más barato, dicen, comprar un original de un artista desconocido (llamémosle mejor productor) que una reproducción de un artista conocido. Reproducción en ambos casos creo, cuando es mera imitación de lo ya creado.
Afortunadamente en nuestro país hay mucho talento artístico, y si uno sabe discriminar y tiene un mínimo de interés artístico, se pueden encontrar buenas obras a precios interesantes.
La cuestión final que quiero señalar es que tras la negación de lo humano después de la segunda guerra mundial, el arte moderno se apalancó en el abstraccionismo, al principio con verdadera vocación pero más tarde con corrupción de ésta, de manera que ha terminado deshumanizado.
Así que yo en mi humilde manifiesto de la necesidad de devolver al hombre al arte moderno, he decidido crear una serie en la que incorporo la figura humana inspirada en la tradición renacentista atrapada por una abstracción más gestual, simbolizando así este conflicto.
En cualquier caso en mi opinión no se trata tanto de debatir si es mejor arte el figurativo o el abstracto. La verdadera cuestión es que el arte debiera recuperar la experiencia humana, y por qué no, seguir sirviendo al intento de revelar los misterios que encerramos que nos ayudan a seguir caminando.

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