Si algo destacó en el cine de los años 30 fue el género de terror, hijo directo del expresionismo alemán, donde las luces y las sombras jugaban un papel fundamental y donde llegaban a avisar a los espectadores de que iban a visualizar algo que les podía atormentar por las noches. Si vemos estas películas ahora, perfectamente podríamos dormir, pero si vemos el vestuario que llevaban algunos de esos monstruos, nos daríamos cuenta de que por la época les gustaba la elegancia y la sutileza.

Drácula, el gentleman
Empezaremos por el maestro en este ámbito, Drácula, ese personaje interpretado por Bela Lugosi en la versión estadounidense (por Carlos Villarías en la versión española) y que mostraba el esplendor de este hombre que aterrorizaba por aquel entonces al espectador. En él, podemos ver un pelo perfectamente peinado y un traje que mostraba su grandeza. Drácula vivía además en una mansión, le sobraba el dinero y sabía seducir a cualquier mujer que se pusiese por delante. Un gentleman muy atractivo por aquella época que juntaba el miedo con la fascinación y que hoy por hoy, sería objeto de muchas críticas por tener varias mujeres.

Frankestein, elegante a su manera
Otra de las películas de las que más se habló por aquel entonces era de El Monstruo de Frankenstein, un filme donde la creación de Victor Frankenstein llegó a ser el protagonista de la historia cuando en principio se pensó en que el propio creador sería la pieza principal. Vemos que en sus ámbitos privados era un científico más, de bata blanca y mente extraordinaria. A partir de distintas partes de cuerpos que robaba de cementerios llegó a crear a la bestia más famosa de la historia del cine.
Y es que el traje no es aquí cuando hace acto de presencia, sino que vemos como viene de una familia adinerada, la típica de la época, donde escondían su pasado y donde este, al final, se volvía en su contra. Frankenstein es elegante y sutil, pero muestra su poderío económico al invitar al pueblo entero a un festín en su boda.

Eso sí, la elegancia no está en la ropa siempre, sino en la forma de actuar en muchas ocasiones, y es aquí cuando el monstruo, aún vistiendo ropa vieja y roída, es más respetuoso al querer buscar una pizca de cariño en una sociedad que le teme a lo desconocido. Como opinión personal, es más elegante el personaje interpretado por Boris Karloff que el propio Victor.

El escenario también viste de traje
Del último de los monstruos de los que hablaremos será del Fantasma de la Ópera, que aún siendo de 1943, lo enmarcaremos dentro de los monstruos de la Universal de los años 30. Este fantasma vestía ropajes de ópera, como es de suponer, pero la elegancia, como decíamos antes, no solo está en el traje, sino en el entorno que le rodea. Si algo destacaba durante esos años, y además, para gente acomodada, era el teatro (y en él la ópera).
Uno de los fantasmas de carne y hueso que no se podían dejar ver por el temor que causaba su rostro. Años antes, como curiosidad, en Alemania, causó entre los espectadores al cine gritos e incluso huídas de la sala debido al temor que causaba su cara desconfigurada. Eso sí, los movimientos del fantasma, la forma de hablar y sobre todo, como causaba ese halo de misterio, hacia que fuese atractivo, pero claro, terrorífico a dosis iguales

Bonus clip
Hemos hablado de los monstruos de la Universal, pero quiero hace runa mención especial al que es para mí el personaje de terror más elegante de la historia del cine, Hannibal Lecter interpretado por Anthony Hopkins.
Esa persona capaz de cautivarte con sus palabras y de llevarte a sus redes para después ofrecerte comida humana mientras piensas que es de un animal cualquiera. Esa figura que saliendo durante no más de 20 minutos, se llevó el Oscar a actor principal por la potencia que muestra en pantalla y por el peso que tiene en la historia junto a Clarice.

Está claro que un buen traje y unos zapatos hacen una combinación perfecta de cara a la persona con la que se habla, pero el cine ha demostrado que con la forma de hablar, de actuar y de mirar, se consigue en innumerables ocasiones ser más atractivo que el propio Marlon Brando de joven, y eso es mucho decir. Aún sin gustarme Paulo Coelho, tiene una frase que podría resumir este artículo en pocas palabras: “La elegancia no es una cualidad externa, sino una parte del alma que es visible para los demás.”